jueves, abril 20, 2006

Scott Waker es el Jandek del Viejo Mundo


Jandek quizá es demasiado oscuro y misterioso para que acabemos entendiéndolo hoy. Quizá mañana tampoco y acabe siendo pasto de la arqueología y la curiosidad. ¿te partirías la cabeza contra un muro por su obra entera? Buf, no. Quizá por un par de canciones o tres (Carnival Queen o Nancy Sings entre ellas). Como mucho cinco.

Por quien si me abriría una brecha en la frente sería por la obra entera de Scott Walker, que se me antoja el Jandek completo, emocionante, cerebral y cuyo halo de misterio es aun mayor saliendo en la tele que el tejano en toda su vida de reclusión. Desde The Sun Ain't Gonna Shine Anymore con los Walker Brothers a la mezcla de lírica e industrial oscuro de la banda sonora de "Pola X" -una película que se abre con la voz cascada de Celine y un torrente de ruido bello como una buena tormenta-, toda su obra está impregnada de un nosequé inaprehensible.

Scott Walker ha hecho de todo: desde cantar canciones de Jacques Brel, ser el responsable de que reinen las cuerdas en cierta forma de entender el pop y, por supuesto, su revolución más silenciosa e incomprendida, llevar la escultura sonora al pop. Un disco como el que acaba de sacar en 4AD "The Drift" es un regalo para los oídos más inquietos. Momus en su blog desde Tokio habla de disco de terror. Él en una entrevista de la BBC insiste en que no ha hecho arreglos de cuerda sino que ha usado bloques de sonido aquí o allí. Walker como Chillida u Oteiza, jugando con el lleno y el vacio el volumen y el silencio, los blanco y los negro, la forma deshaciéndose en los oidos. Momentos de escalofrío, epifanías. ¿Como se puede haceralgo tan bien?

"The Drift". Lo he puesto esta mañana mientras me duchaba y he acabado embobado, mojado, con el pelo enjabonado, con una toalla, delante de los altavoces. He sido obligado por la música a salir de lo que estaba haciendo y a escuchar. No se puede oír, hay que escucharlo porque te obliga a vivirlo. Disco del año.

Scott Walker con una Telecaster cantando Rosary. Eso es presencia escénica. Punto.

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viernes, abril 07, 2006

La música en la que vivimos


Bridget St. John – Ask Me No Questions. Hay algunos discos grabados en Inglaterra en los sesenta y los sesenta que son capaces de detener el tiempo. De repente tu entorno se congela y todo es denso y te mueves a cámara lenta. Este disco de Bridget St. Jones, grabado en el 69 por John Peel es un cruce entre e Chelsea Girl de Nico y el Pink Moon de Nick Drake. Guitarra acústica en un hipnótico fingerpicking que gotea como el rocío y una voz profunda de mujer carnal y grave cuyo aliento notamos en la nuca. Estas semanas este es el disco donde reposar la cabeza, el faro para seguir creyendo en la sencillez como valor y en la emoción compartida como regalo. En la misma línea espero hablar pronto de el único disco de Sibylle Baier, publicado por intercesión de J. Mascis.

Alice Coltrane – Astral Meditations. La versión de A Love Supreme y sus arreglos de cuerda es purificadora y te vuelve a hacer creer en el espíritu. Un recopilatorio de sus años en Impulse! que recoge Free, mística y hacer jazz con arpas y violines. Últimamente me obsesionan los violines y como suenan (descubran también al serbio húngaro Felix Lajko y la banda sonora de Wicked Man compuesta por el oscuro músico italiano Paul Giovanni). Por eso decidí embarcarme a en la aventura de esta señora. La música de Alice Coltrane es colorista, apasionada y sensible. Lo que más me llama la atención es cómo el jazz suena tan distinto en manos de una mujer. Suena mejor, más redondo, menos exhibicionista, más armónico. Los temas y sus desarrollos explican más cosas de manera más cara y con un carácter menos explosivo. Como una mano pasándote por el lomo. Hágase fan.

The La’s – The La’s. En la vida hace falta pop. Y hacen falta héroes del pop. Yo personalmente necesito que el pop y el rock sigan siendo algo peligroso. Low eran transgresores porque se pasaban por el forro de los machos el concepto de rocanrrolear y eran más rock que nadie (hoy sin Zak Sally ya no se que pensar). Dirty Three plantean encima de una escenario un caos y una sensación de que puede acabar pasando cualquier cosa difícil de emular. Lo que pasa allí arriba es de verdad. Bien, The La’s de Liverpool, la banda de Mavers, Lee Mavers, algo de verdad que quedó camuflado por la ñoñería de la industria y sus ganas de convertirlo todo en un fenómeno de márketing. Son un peligro pero en su día pocos se dieron cuenta, eran carne de NME de los que suben un día a titulares y bajan a siguiente. Morrisey flipaba con ellos. Son un peligro porque su actitud es de todo menos complaciente. Videoclips rodados a regañadientes, actuaciones televisivas con cara de asco y en chándal (Cobain avant la lettre), un disco que costó un millón de libras y no les gustó (Mavers sigue a día de hoy queriendo volver a grabarlo). Lee Mavers hizo grabar a los múltiples productores que pasaban por el estudio desde un árbol (este hecho es confirmable). Cambió al guitarra y al batería las veces que hicieron falta por que es un chulo, perfeccionista e insoportable, un puto héroe del norte. Llevaban de roadie a un colega del barrio que resultaba ser un criminal que intentaba apoderarse de 50.000 libras de la caja fuerte de un hotel de la gira. Harto de tocar siempre las mismas canciones el bajista y compañero de penurias, John Power, el agradable, se larga de grupo y se terminan The La’s. Se volvieron a reunir para uno conciertos en Glastombury y Japón en 2005 (Mavers cantaba con un micro de los 40). Hoy Lee Mavers vive en un suburbio de clase obrera de Liverpool con su pareja y su hijo que canta los centenares de canciones inéditas de su padre que como un nuevo aquejado del mal de Bartleby (preferiría no hacerlo) sigue siendo comparado con JD Salinger. ¡Cuántas anéctdotas! pero ¿las canciones? “There She Goes” (que suena pop pero la voz se rompe y, no amigos, no es sobre una chica, sino sobre la heroína), “Feelin”, “Son of a Gun”, “Timeless Melody”, “Way Out”. Esas canciones suenan al sueño R&B mod, a la Costa Oeste USA durante los sesenta, a Sam Phillip. Mavers sigue queriendo grabar el disco del ojo de The La’s suponemos que aun anda averiguando como traer de vuelta a Phillips de entre los muertos con una tabla ouija. Su historia otro peligroso agujero negro del pop.

Gracias María por comprarlo de oferta.

Lee Mavers y The La’s haciendo “That’ll Be The Day” de Buddy Holly

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